En los andamios del Infinito: Historia de la
Exploración Espacial.
Seminario Libre de Historia de la Ciencia y
Tecnología.
Alejandro
Rivera Domínguez
Durante dos años Oberth experimentó con una mezcla de
gasolina y alcohol sin obtener mayores resultados pero mejores que la pólvora.
Para 1929, lanzó el primer cohete denominado Kegeldüse y probó diferentes
sistemas de ingeniería, algunos de los cuales se incorporaron a la V-2. Durante
la guerra, mientras von Braun bajo el
mando de Walter Dornberger viajaron a Peenemünde y Arthur Rudolph iba al
tristemente célebre Mittelwerk (Centro de Trabajo Central) y dedicaron su
esfuerzo para fabricar el cohete bomba
V-2, Oberth se dedicó a perfeccionar el misil de propelante sólido. Para 1950
era asesor de la armada italiana en el desarrollo de mísiles. En 1953 apareció
su libro Menschen im Weltraum (Hombres en el espacio) libro en que
describe las ideas fundamentales de un telescopio reflector en órbita y una
nave espacial movida por electricidad.
Max Valier en un auto cohete Opel |
Oberth independientemente del ruso Konstantin
Tsiolkovsky, el verdadero progenitor de la teoría de cohetes, pensaron en
estaciones espaciales que podrían convertirse en observatorios, un adelanto de
los telescopios espaciales Hubble, Chandra o Spitzer, también podrían ser estaciones
de comunicaciones y “enviar códigos mediante espejos entre dos puntos de la
Tierra” otro adelanto de los satélites geoestacionarios de comunicaciones
digitales. Agregaba Oberth: “con instrumentos precisos se podría reconocer
todos los puntos de la Tierra. Estas observaciones se usarían en geografía y
etnología y fotografiar tierras
inexploradas... La utilidad para operaciones militares es obvia, las
estaciones espaciales pueden ser controladas por los beligerantes o alguna
empresa puede vender los reconocimientos por altos precios. Las estaciones
espaciales también pueden contribuir al salvamento de barcos y personas o para
servicio de noticias”.
Es sorprendente que las ideas del venerable
Tsiolkovsky y de Oberth realmente se han llevado al cabo. Otra idea profunda de
Oberth fue la construcción de una estación espacial con un gran reflector solar
para enviar la energía reflejada a las regiones frías o para generar energía.
Nebel |
Pero
ahora es menester retornar a los primeros momentos de la VfR. En 1927 el periodista y promotor Max Valier,
cautivado por el libro de Oberth, dedicó sus esfuerzos a escribir numerosos
artículos sobre viajes interplanetarios en periódicos y revistas. En 1924
escribió un libro Der Vostross in Weltaum (La conducción al espacio),
basado casi totalmente en la obra de Oberth, pero sin la carga matemática y
física, y sí, con numerosos errores,
enfoque típico de quién no entiende mucho, es decir, “sin matemáticas”
no obstante, alcanzó un inmediato éxito debido a las audaces propuestas de
trenes y coches cohete, aviones y muchos mecanismos movidos por la fuerza
propulsora proporcionada por los cohetes.
Valier era un excelente publicista de su propio trabajo y frecuentemente
conseguía fondos para diferentes proyectos. Un día se presentó con Oberth para
ofrecerle escribir libros de divulgación sobre las ideas básicas y continuar
con la escritura de temas relacionados con los viajes espaciales. Debido a los
múltiples errores de Valier al tratar de escribir sin la debida preparación, entraron
en escena otros autores con mejores talentos.
Para contrarrestar, en los posible, los estragos causados por los
manifiestos errores de Valier, el notable escritor Willy Ley, en aquellos años
apenas un jovenzuelo estudiante de paleontología que cambió los fósiles por la
escritura de variados temas científicos, entre ellos la exploración espacial y
después, exiliado en Estados Unidos, fue una autoridad en criptozoología. El
libro de Ley publicado en 1928 se tituló Die Möglichkeit der Weltraumfahrt
(Posibilidades de los viajes espaciales) que alcanzó un éxito editorial
inmediato por su estilo claro y ameno. Mientras estos acontecimientos se
producían, surgió un severo oponente de Oberth a través de la muy prestigiada
Verein Deutschter Ingenieure, VDI, Sociedad Alemana de Ingenieros. El Consejero
privado Lorenz de Danzing aseguraba que el cohete de Oberth no tenía capacidad para alcanzar la
velocidad de escape de casi 12 km/sec y para lograr el propósito con los combustibles
disponibles, debía cargar alrededor de 34 veces su peso. La conclusión parecía
aplastante: tal cohete no podía construirse.
De inmediato Hohmann y Oberth contestaron pero sus réplicas fueron
rechazadas. El motivo era obvio, Lorenz era un venerable anciano y, además, un
prestigiado ingeniero. Al grito de ¡estos jovenzuelos no contradirán al
consejero privado! Y la cuestión quedó abruptamente zanjada.
El joven Wernher von Braun |
No obstante, había otra prestigiada sociedad, la Wissenchaftliche
für Luftschiffahrt, (WfL para los amigos que no desean desollarse los
labios) La WfL invitó a Oberth y Lorenz
para que sostuvieran un debate serio. Ambos, en efecto, se presentaron; el
Consejero Lorenz debatió largamente de manera vaga, contrario a Oberth que sólo
ocupó algunos minutos para sostener que él era perfectamente capaz de construir
un tanque de aluminio que, al llenarlo con agua, pesara 20 veces más lleno que
vacío. Fue en términos boxísticos un nocaut técnico. Lorenz no apareció más en el escenario de la ingeniería de
cohetes.
Casi
simultáneamente Valier, había conseguido, de manera poco ortodoxa y menos
recomendable, diríamos de manera algo nebulosa, la ayuda financiera de Fritz
von Opel, el constructor de autos económicos,
para experimentar con autos movidos por cohetes. Los titulares de los
principales diarios europeos daban cuenta del sensacional acontecimiento.
Durante las exhibiciones, acudían miles de espectadores que se asombraban por
el rugir y la estela de humo y fuego que impulsaba los autos. Al principio von
Opel después de algunos fracasos se había negado a proseguir con el
financiamiento, pero su olfato comercial le encendió el foco, y vio una gran
oportunidad de hacerse con publicidad mundial prácticamente gratis.
No satisfecho con estos experimentos, Valier
comenzó a construir ingenios de propulsantes líquidos. La experimentación con
mecanismos muy peligrosos en una etapa muy primitiva del desarrollo de los
cohetes, pronto produjo
los primeros fracasos con resultados funestos. El 17 de marzo de 1930,
Valier en medio del humo y las flamas,
entregó su alma al Creador, cuando intentó cargar un cohete que,
evidentemente, no estaba bien
diseñado. En 1926, apareció en las
librerías berlinesas, una obra de Willy Ley quizá el más prolífico y entusiasta
escritor y cronista de los primeros tiempos de los cohetes en Alemania. El
libro titulado Die fahrt ins Weltall (Jornada al espacio) confirmó el
creciente interés de las posibilidades de exploración espacial. En efecto, fue
un éxito de librería, tal como diríamos hoy un bestseller, esos libros que
algunas damas suelen referir para impresionar a sus amigas: ¿ya leíste el
último de Willy? ¡Está buenísimo!
La locura de los cohetes. Max Valier en el arranque de un auto propulsado por cohetes. |
Hubo otras tragedias durante aquellos años. Reinhold
Tiling, un estirado ingeniero, famoso por sus diseños avanzados en materia de
cohetes propulsados por pólvora, demasiado impaciente para comenzar los
desarrollos de cohetes impulsados por combustibles líquidos y más interesado en
los sistemas de control y diseños de
alas móviles, había arribado a Berlín con sus novedosos diseños aerodinámicos,
propulsados por pólvora. Nebel y Willy Ley lo visitaron. Pero debido a la
personalidad muy peculiar de Tiling, recibió a los visitantes diciéndoles
“Señores no sé por qué los recibo, deben saber que yo sólo trato con la
nobleza”. A continuación comenzaron una charla no muy amistosa en la cual Nebel
ofreció algunos de los perfeccionados motores de combustible líquido, y Tiling
colaboraría con sus cohetes con aletas estabilizadoras. Tiling un
sujeto curioso, de esos que dicen frunciendo la nariz: ¡fuchi con estos
nacos! Se negó en redondo y les dijo, palabras más palabras menos, que él no
estaba dispuesto a colaborar con personas que evidentemente apenas lograban
lanzar cohetes unos cuantos metros mientras yo -agregaba- pienso cruzar el Canal de la Mancha con uno
de mis cohetes. En efecto, Tiling había desarrollado desde 1928, cohetes con
alas de ángulo variable para tener la posibilidad de recobrarlos y utilizarlos
nuevamente. De hecho logró lanzar cohetes que alcanzaron 7 km de altitud y
literalmente planearon exitosamente. En 1932 logró lanzar unos de sus cohetes
desde un aeroplano y recuperarlo después de un excelente vuelo. Una mañana, en el aeródromo de Tempelhof,
donde solía realizar sus pruebas, Tiling reunió a unos cuantos cientos de
personas interesadas en presenciar una prueba. La mañana lluviosa y fría no
garantizaba nada interesante. Así fue, uno de los cohetes falló y se precipitó
hacia las gradas sin lastimar a nadie milagrosamente. La policía intervino y
fue todo por aquel día. Pero el asunto no quedó ahí. El 11 de octubre de 1933, los diarios anunciaban que el
laboratorio del profesor Tiling había desaparecido abruptamente debido a una
explosión catastrófica. La asistente de laboratorio Angelika Buddenböhmer, el
mecánico Friedrich Kuhr y el propio Tiling habían sido llamados a presentar
cuentas con el Creador. Durante la noche habían tratado de comprimir 20 kg de
pólvora. De acuerdo con la investigación policíaca, la prensa mecánica para
comprimir pólvora había sido mal empleada y ahí comenzó todo. Increíblemente
había más pólvora sin comprimir en el mismo cuarto y todo se juntó para
provocar una fenomenal explosión. No
obstante, Tiling, su asistente y el mecánico lograron salir con la ropa en
llamas y arrojarse a una fuente cercana pero era demasiado tarde, las heridas
eran muy graves y los tres sucumbieron.
El hermano de Reinhold Tiling,
Richard continuó algún tiempo con los experimentos pero la actividad particular
fue prohibida por el naciente gobierno nazi.
Uno de los logros de la VfR fue un cohete diseñado
por Rudolph Nebel y construido por la habilidad de Klaus Riedel, con el fin de
demostrar la factibilidad de los combustibles líquidos. El cohete fue
denominado Mirak I (Cohete mínimo), utilizaba un motor que había abandonado
Oberth a partir del cohete que se diseño para la película de Fritz Lang.
Un vuelo de Esnault Pelterie |
La VfR se encontraba en malos momentos, Winkler
renunció a su cargo de presidente, una reunión urgente con Willy Ley, Klaus
Riedel, Oberth y Nebel entre otros, se conformó para solicitar a Oberth que
proporcionara el cohete de la película para realizar experimentos con
combustibles líquidos. Sin embargo, el
cohete, aunque pensado para realizar un despegue real y con todos los detalles
del caso, no cumplía con los requerimientos para experimentos con combustibles
líquidos. Decidieron entonces diseñar
un nuevo cohete al que se denominó Mirak que además perfeccionaba un cohete
anterior, diseñado por Oberth, denominado Kegelduse y que incorporaba un diseño
fundamental basado en un motor cónico. Estas actividades transcurrían durante
la primavera de 1930. Se había logrado que el Kegelduse funcionara durante 90
sec y generara 7 kgf con un consumo de 6 kg de oxígeno líquido y 1 kg de
gasolina. Para agosto de aquel año, Nebel y Riedel comenzaron las pruebas del
Mirak en la granja de los abuelos de Riedel cerca de Bernstadt en Sajonia.
Las pruebas demostraron que la temperatura generada
por la combustión, transmitía suficiente calor al tanque de oxígeno líquido y
causaba su inmediata explosión. Un nuevo
diseño construido con aluminio y con el tanque de oxígeno líquido colocado en
otro compartimiento, demostró ser eficiente.
El cohete pesaba sólo 85 gr producía unos respetables
32 kgf y quemaba 160 gr de oxígeno líquido y gasolina con un impulso específico
de 200 sec. Con un justificado orgullo se mostró el ingenio a los visitantes de
la American Rocket Society de visita en Alemania.
Muy pronto el diseño cambió de escala y surgió el
Mirak II, un cohete mucho mayor con 3.5 m de longitud, 10 cm de diámetro, un
peso al despegue de 20 kg y un empuje de 60 kgf.
No obstante
el éxito de los Mirak, las cosas no marchaban bien. La situación política
empeoraba, en cada reunión de la VfR terminaba amargamente por diferencias
políticas y discusiones bizantinas. Oberth hacia tiempo que estaba en su puesto de profesor de
matemáticas en la escuela técnica de Medias, en la distante Rumania. Nebel,
Winkler, Riedel, Ley y otros realizaban esporádicos experimentos. Para colmo un
funcionario del municipio se presentó con una ominosa factura por consumo de
agua que ascendía a 1600 marcos, una fortuna para los tiempos que corrían.
Se discutió, apeló a todos los dioses,
pero fue inútil Muchas tuberías en
Raketenflugplatz estaban en malas condiciones y no fueron reparadas, el agua
simplemente fluía y se desperdiciaba, como la VfR era la arrendataria resultaba
responsable, la factura era perfectamente verdadera y legal. Debían abandonar el lugar a la brevedad.
Desalojaron con todos los bártulos a cuestas y gracias a un director de la
gigantesca Siemens, amigo de Riedel se logró que toda la maquinaria,
documentos, herramientas y cohetes a medio terminar, entre otros el cohete de
Oberth, construido para la película de Lang, planos y diseños fueran guardados
en una bodega, más un contrato de trabajo en la empresa, fue la salida más o
menos honorable de los últimos momentos de la VfR.
Durante aquel ominoso invierno la entusiasta y
prolífica VfR, se disolvió en lo que algunos presentes calificaron como
tempestuosa y amarga reunión. Para
muchos el futuro era nebuloso y con claros indicios que la intolerancia, el
racismo y las políticas totalitarias sentaban sus reales en Alemania. Algunos
comenzaron a hacer sus maletas silenciosamente y poco a poco se retiraban del
escenario para aparecer en otro país. Fue el caso del escritor Willy Ley, uno
de los más entusiastas y magníficos cronistas y actores de la VfR. En aquellos años, sólo permanecía activa
como sociedad civil, la American Rocket
Society cuyos miembros experimentaban de cuando en cuando con las aportaciones
teóricas y prácticas del profesor Robert Goddard. En realidad había otros lugares donde el característico rugir de
los cohetes se escuchaba con frecuencia.
En Viena el profesor Eugen Sänger comenzó las pruebas con motores cohete
que terminaron en 1934.
Robert Esnault Pelterie |
En Francia Robert Esnault
Peltiere, notable piloto, ingeniero aeronáutico y su amigo André Hirsch, eran
un par de solitarios; experimentaban
con tetranitrometano en cohetes nacidos de su ingenio. En 1931, Esnault Peltiere
se sumó a los experimentadores que sufrieron las consecuencias de sus
quehaceres en la ingeniería de cohetes. Su laboratorio explotó, perdió los
dedos de la mano izquierda y sólo así, mediante un accidente de estas
características, - se desprendió de la investigación policíaca- que aquellos
experimentos realmente eran importantes. El gobierno francés subvencionó a
Peltiere pero le impuso la condición del secreto total a sus investigaciones.
Cuando el ejército alemán ocupó Paris en 1940, los trabajos de Esnault fueron
destruidos, sin embargo, se supo después que había logrado construir un motor
que funcionaba con gasolina y oxígeno líquido. Un año, antes en 1930, Esnault
Peltiere había publicado un libro que haría compañía a los pioneros, Oberth,
Hohmann y Ley con una obra titulada L´Astronautique en la cual analizaba el
movimiento de un cohete en el vacío o en un medio como la atmósfera, aplicaba
también, y de manera rigurosa, la termodinámica para analizar procesos de
varios oxidantes y señalaba la importancia del Hidrógeno como propelante. La
utilidad de los cohetes fue una clara aportación pacífica del físico y piloto
francés, al señalar la importancia de investigar las auroras, la alta atmósfera
y posibles viajes a la Luna y reflexionó sobre los efectos de los viajes
espaciales en la fisiología humana. En
1939, al comenzar la Guerra, Esnault Peltiere se exilió en Suiza debido a los
sangrientos acontecimientos y esencialmente por la invasión alemana a Francia en 1940, acabó con el interés del
sabio francés por los viajes espaciales. El amigo y ayudante de Peltiere, André
Hirsch se alistó en la Armada francesa como oficial de comunicaciones y fue
condecorado por sus brillantes servicios, sin embargo, fue capturado y
mantenido prisionero en Lubeck, murió en
1962 y sobrevivió a Esnault Peltiere quien había fallecido en 1957 en Niza. Por
cierto, la palabra astronáutica fue acuñada durante una cena con Esnault
Peltiere a la que asistía el escritor belga de ciencia ficción, J.H. Rosny SR. El término fue popularizado
posteriormente, por el físico francés.
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