Vistas de página en total

martes, 6 de septiembre de 2011

En los Andamios del Infinito V.


En los andamios del Infinito: Historia de la Exploración Espacial.
Seminario Libre de Historia de la Ciencia y Tecnología.
Alejandro Rivera Domínguez

Durante dos años Oberth experimentó con una mezcla de gasolina y alcohol sin obtener mayores resultados pero mejores que la pólvora. Para 1929, lanzó el primer cohete denominado Kegeldüse y probó diferentes sistemas de ingeniería, algunos de los cuales se incorporaron a la V-2. Durante la guerra, mientras von Braun  bajo el mando de Walter Dornberger viajaron a Peenemünde y Arthur Rudolph iba al tristemente célebre Mittelwerk (Centro de Trabajo Central) y dedicaron su esfuerzo para fabricar  el cohete bomba V-2, Oberth se dedicó a perfeccionar el misil de propelante sólido. Para 1950 era asesor de la armada italiana en el desarrollo de mísiles. En 1953 apareció su libro Menschen im Weltraum (Hombres en el espacio) libro en que describe las ideas fundamentales de un telescopio reflector en órbita y una nave espacial movida por electricidad.   
Max Valier en un auto cohete Opel
Oberth independientemente del ruso Konstantin Tsiolkovsky, el verdadero progenitor de la teoría de cohetes, pensaron en estaciones espaciales que podrían convertirse en observatorios, un adelanto de los telescopios espaciales Hubble, Chandra o Spitzer, también podrían ser estaciones de comunicaciones y “enviar códigos mediante espejos entre dos puntos de la Tierra” otro adelanto de los satélites geoestacionarios de comunicaciones digitales. Agregaba Oberth: “con instrumentos precisos se podría reconocer todos los puntos de la Tierra. Estas observaciones se usarían en geografía y etnología y fotografiar tierras  inexploradas... La utilidad para operaciones militares es obvia, las estaciones espaciales pueden ser controladas por los beligerantes o alguna empresa puede vender los reconocimientos por altos precios. Las estaciones espaciales también pueden contribuir al salvamento de barcos y personas o para servicio de noticias”.
Es sorprendente que las ideas del venerable Tsiolkovsky y de Oberth realmente se han llevado al cabo. Otra idea profunda de Oberth fue la construcción de una estación espacial con un gran reflector solar para enviar la energía reflejada a las regiones frías o para generar energía.
Nebel
Pero ahora es menester retornar a los primeros momentos de la VfR. En  1927 el periodista y promotor Max Valier, cautivado por el libro de Oberth, dedicó sus esfuerzos a escribir numerosos artículos sobre viajes interplanetarios en periódicos y revistas. En 1924 escribió un libro Der Vostross in Weltaum (La conducción al espacio), basado casi totalmente en la obra de Oberth, pero sin la carga matemática y física, y sí, con numerosos errores,  enfoque típico de quién no entiende mucho, es decir, “sin matemáticas” no obstante, alcanzó un inmediato éxito debido a las audaces propuestas de trenes y coches cohete, aviones y muchos mecanismos movidos por la fuerza propulsora proporcionada por los cohetes.  Valier era un excelente publicista de su propio trabajo y frecuentemente conseguía fondos para diferentes proyectos. Un día se presentó con Oberth para ofrecerle escribir libros de divulgación sobre las ideas básicas y continuar con la escritura de temas relacionados con los viajes espaciales. Debido a los múltiples errores de Valier al tratar de escribir sin la debida preparación, entraron en escena otros autores con mejores talentos.  Para contrarrestar, en los posible, los estragos causados por los manifiestos errores de Valier, el notable escritor Willy Ley, en aquellos años apenas un jovenzuelo estudiante de paleontología que cambió los fósiles por la escritura de variados temas científicos, entre ellos la exploración espacial y después, exiliado en Estados Unidos, fue una autoridad en criptozoología. El libro de Ley publicado en 1928 se tituló Die Möglichkeit der Weltraumfahrt (Posibilidades de los viajes espaciales) que alcanzó un éxito editorial inmediato por su estilo claro y ameno. Mientras estos acontecimientos se producían, surgió un severo oponente de Oberth a través de la muy prestigiada Verein Deutschter Ingenieure, VDI, Sociedad Alemana de Ingenieros. El Consejero privado Lorenz de Danzing aseguraba que el cohete de Oberth  no tenía capacidad para alcanzar la velocidad de escape de casi 12 km/sec y para lograr el propósito con los combustibles disponibles, debía cargar alrededor de 34 veces su peso. La conclusión parecía aplastante: tal cohete no podía construirse.  De inmediato Hohmann y Oberth contestaron pero sus réplicas fueron rechazadas. El motivo era obvio, Lorenz era un venerable anciano y, además, un prestigiado ingeniero. Al grito de ¡estos jovenzuelos no contradirán al consejero privado! Y la cuestión quedó abruptamente zanjada.     
El joven Wernher von Braun 
No obstante, había otra prestigiada sociedad, la Wissenchaftliche für Luftschiffahrt, (WfL para los amigos que no desean desollarse los labios) La WfL invitó a  Oberth y Lorenz para que sostuvieran un debate serio. Ambos, en efecto, se presentaron; el Consejero Lorenz debatió largamente de manera vaga, contrario a Oberth que sólo ocupó algunos minutos para sostener que él era perfectamente capaz de construir un tanque de aluminio que, al llenarlo con agua, pesara 20 veces más lleno que vacío. Fue en términos boxísticos un nocaut técnico.  Lorenz no apareció más en el escenario de la ingeniería de cohetes.
 Casi simultáneamente Valier, había conseguido, de manera poco ortodoxa y menos recomendable, diríamos de manera algo nebulosa, la ayuda financiera de Fritz von Opel, el constructor de autos económicos,  para experimentar con autos movidos por cohetes. Los titulares de los principales diarios europeos daban cuenta del sensacional acontecimiento. Durante las exhibiciones, acudían miles de espectadores que se asombraban por el rugir y la estela de humo y fuego que impulsaba los autos. Al principio von Opel después de algunos fracasos se había negado a proseguir con el financiamiento, pero su olfato comercial le encendió el foco, y vio una gran oportunidad de hacerse con publicidad mundial prácticamente gratis.
  No satisfecho con estos experimentos, Valier comenzó a construir ingenios de propulsantes líquidos. La experimentación con mecanismos muy peligrosos en una etapa muy primitiva del desarrollo de los cohetes,  pronto  produjo  los primeros fracasos con resultados funestos. El 17 de marzo de 1930, Valier  en medio del humo y las flamas, entregó su alma al Creador, cuando intentó cargar un cohete que, evidentemente,  no estaba bien diseñado.  En 1926, apareció en las librerías berlinesas, una obra de Willy Ley quizá el más prolífico y entusiasta escritor y cronista de los primeros tiempos de los cohetes en Alemania. El libro titulado Die fahrt ins Weltall (Jornada al espacio) confirmó el creciente interés de las posibilidades de exploración espacial. En efecto, fue un éxito de librería, tal como diríamos hoy un bestseller, esos libros que algunas damas suelen referir para impresionar a sus amigas: ¿ya leíste el último de Willy? ¡Está buenísimo!  
La locura de los cohetes.
Max Valier en el arranque de un auto propulsado por cohetes.
Hubo otras tragedias durante aquellos años. Reinhold Tiling, un estirado ingeniero, famoso por sus diseños avanzados en materia de cohetes propulsados por pólvora, demasiado impaciente para comenzar los desarrollos de cohetes impulsados por combustibles líquidos y más interesado en los sistemas  de control y diseños de alas móviles, había arribado a Berlín con sus novedosos diseños aerodinámicos, propulsados por pólvora. Nebel y Willy Ley lo visitaron. Pero debido a la personalidad muy peculiar de Tiling, recibió a los visitantes diciéndoles “Señores no sé por qué los recibo, deben saber que yo sólo trato con la nobleza”. A continuación comenzaron una charla no muy amistosa en la cual Nebel ofreció algunos de los perfeccionados motores de combustible líquido, y Tiling colaboraría con sus cohetes con aletas estabilizadoras.  Tiling un  sujeto curioso, de esos que dicen frunciendo la nariz: ¡fuchi con estos nacos! Se negó en redondo y les dijo, palabras más palabras menos, que él no estaba dispuesto a colaborar con personas que evidentemente apenas lograban lanzar cohetes unos cuantos metros mientras yo -agregaba-  pienso cruzar el Canal de la Mancha con uno de mis cohetes. En efecto, Tiling había desarrollado desde 1928, cohetes con alas de ángulo variable para tener la posibilidad de recobrarlos y utilizarlos nuevamente. De hecho logró lanzar cohetes que alcanzaron 7 km de altitud y literalmente planearon exitosamente. En 1932 logró lanzar unos de sus cohetes desde un aeroplano y recuperarlo después de un excelente vuelo.   Una mañana, en el aeródromo de Tempelhof, donde solía realizar sus pruebas, Tiling reunió a unos cuantos cientos de personas interesadas en presenciar una prueba. La mañana lluviosa y fría no garantizaba nada interesante. Así fue, uno de los cohetes falló y se precipitó hacia las gradas sin lastimar a nadie milagrosamente. La policía intervino y fue todo por aquel día. Pero el asunto no quedó ahí.  El 11 de octubre de 1933, los diarios anunciaban que el laboratorio del profesor Tiling había desaparecido abruptamente debido a una explosión catastrófica. La asistente de laboratorio Angelika Buddenböhmer, el mecánico Friedrich Kuhr y el propio Tiling habían sido llamados a presentar cuentas con el Creador. Durante la noche habían tratado de comprimir 20 kg de pólvora. De acuerdo con la investigación policíaca, la prensa mecánica para comprimir pólvora había sido mal empleada y ahí comenzó todo. Increíblemente había más pólvora sin comprimir en el mismo cuarto y todo se juntó para provocar una fenomenal explosión.  No obstante, Tiling, su asistente y el mecánico lograron salir con la ropa en llamas y arrojarse a una fuente cercana pero era demasiado tarde, las heridas eran muy graves y los tres sucumbieron.  El hermano de Reinhold Tiling,  Richard continuó algún tiempo con los experimentos pero la actividad particular fue prohibida por el naciente gobierno nazi.
Uno de los logros de la VfR fue un cohete diseñado por Rudolph Nebel y construido por la habilidad de Klaus Riedel, con el fin de demostrar la factibilidad de los combustibles líquidos. El cohete fue denominado Mirak I (Cohete mínimo), utilizaba un motor que había abandonado Oberth a partir del cohete que se diseño para la película de Fritz Lang.
Un vuelo de Esnault Pelterie
La VfR se encontraba en malos momentos, Winkler renunció a su cargo de presidente, una reunión urgente con Willy Ley, Klaus Riedel, Oberth y Nebel entre otros, se conformó para solicitar a Oberth que proporcionara el cohete de la película para realizar experimentos con combustibles líquidos.  Sin embargo, el cohete, aunque pensado para realizar un despegue real y con todos los detalles del caso, no cumplía con los requerimientos para experimentos con combustibles líquidos.  Decidieron entonces diseñar un nuevo cohete al que se denominó Mirak que además perfeccionaba un cohete anterior, diseñado por Oberth, denominado Kegelduse y que incorporaba un diseño fundamental basado en un motor cónico. Estas actividades transcurrían durante la primavera de 1930. Se había logrado que el Kegelduse funcionara durante 90 sec y generara 7 kgf con un consumo de 6 kg de oxígeno líquido y 1 kg de gasolina. Para agosto de aquel año, Nebel y Riedel comenzaron las pruebas del Mirak en la granja de los abuelos de Riedel cerca de Bernstadt en Sajonia.
Las pruebas demostraron que la temperatura generada por la combustión, transmitía suficiente calor al tanque de oxígeno líquido y causaba su inmediata explosión.  Un nuevo diseño construido con aluminio y con el tanque de oxígeno líquido colocado en otro compartimiento, demostró ser eficiente.
El cohete pesaba sólo 85 gr producía unos respetables 32 kgf y quemaba 160 gr de oxígeno líquido y gasolina con un impulso específico de 200 sec. Con un justificado orgullo se mostró el ingenio a los visitantes de la American Rocket Society de visita en Alemania.
Muy pronto el diseño cambió de escala y surgió el Mirak II, un cohete mucho mayor con 3.5 m de longitud, 10 cm de diámetro, un peso al despegue de 20 kg y un empuje de 60 kgf.
 No obstante el éxito de los Mirak, las cosas no marchaban bien. La situación política empeoraba, en cada reunión de la VfR terminaba amargamente por diferencias políticas y discusiones bizantinas.  Oberth hacia tiempo que estaba en su puesto de profesor de matemáticas en la escuela técnica de Medias, en la distante Rumania. Nebel, Winkler, Riedel, Ley y otros realizaban esporádicos experimentos. Para colmo un funcionario del municipio se presentó con una ominosa factura por consumo de agua que ascendía a 1600 marcos, una fortuna para los tiempos que corrían. Se  discutió, apeló a todos los dioses, pero fue inútil  Muchas tuberías en Raketenflugplatz estaban en malas condiciones y no fueron reparadas, el agua simplemente fluía y se desperdiciaba, como la VfR era la arrendataria resultaba responsable, la factura era perfectamente verdadera y legal.  Debían abandonar el lugar a la brevedad. Desalojaron con todos los bártulos a cuestas y gracias a un director de la gigantesca Siemens, amigo de Riedel se logró que toda la maquinaria, documentos, herramientas y cohetes a medio terminar, entre otros el cohete de Oberth, construido para la película de Lang, planos y diseños fueran guardados en una bodega, más un contrato de trabajo en la empresa, fue la salida más o menos honorable de los últimos momentos de la VfR.
Durante aquel ominoso invierno la entusiasta y prolífica VfR, se disolvió en lo que algunos presentes calificaron como tempestuosa y amarga reunión.  Para muchos el futuro era nebuloso y con claros indicios que la intolerancia, el racismo y las políticas totalitarias sentaban sus reales en Alemania. Algunos comenzaron a hacer sus maletas silenciosamente y poco a poco se retiraban del escenario para aparecer en otro país. Fue el caso del escritor Willy Ley, uno de los más entusiastas y magníficos cronistas y actores de la VfR.  En aquellos años, sólo permanecía activa como  sociedad civil, la American Rocket Society cuyos miembros experimentaban de cuando en cuando con las aportaciones teóricas y prácticas del profesor Robert Goddard.  En realidad había otros lugares donde el característico rugir de los cohetes se escuchaba con frecuencia.  En Viena el profesor Eugen Sänger comenzó las pruebas con motores cohete que terminaron en 1934.
Robert Esnault Pelterie
En Francia Robert Esnault Peltiere, notable piloto, ingeniero aeronáutico y su amigo André Hirsch, eran un par de  solitarios; experimentaban con tetranitrometano en cohetes nacidos de su ingenio. En 1931, Esnault Peltiere se sumó a los experimentadores que sufrieron las consecuencias de sus quehaceres en la ingeniería de cohetes. Su laboratorio explotó, perdió los dedos de la mano izquierda y sólo así, mediante un accidente de estas características, - se desprendió de la investigación policíaca- que aquellos experimentos realmente eran importantes. El gobierno francés subvencionó a Peltiere pero le impuso la condición del secreto total a sus investigaciones. Cuando el ejército alemán ocupó Paris en 1940, los trabajos de Esnault fueron destruidos, sin embargo, se supo después que había logrado construir un motor que funcionaba con gasolina y oxígeno líquido. Un año, antes en 1930, Esnault Peltiere había publicado un libro que haría compañía a los pioneros, Oberth, Hohmann y Ley con una obra titulada L´Astronautique en la cual analizaba el movimiento de un cohete en el vacío o en un medio como la atmósfera, aplicaba también, y de manera rigurosa, la termodinámica para analizar procesos de varios oxidantes y señalaba la importancia del Hidrógeno como propelante. La utilidad de los cohetes fue una clara aportación pacífica del físico y piloto francés, al señalar la importancia de investigar las auroras, la alta atmósfera y posibles viajes a la Luna y reflexionó sobre los efectos de los viajes espaciales en la fisiología humana.  En 1939, al comenzar la Guerra, Esnault Peltiere se exilió en Suiza debido a los sangrientos acontecimientos y esencialmente por  la invasión alemana a Francia en 1940, acabó con el interés del sabio francés por los viajes espaciales. El amigo y ayudante de Peltiere, André Hirsch se alistó en la Armada francesa como oficial de comunicaciones y fue condecorado por sus brillantes servicios, sin embargo, fue capturado y mantenido  prisionero en Lubeck, murió en 1962 y sobrevivió a Esnault Peltiere quien había fallecido en 1957 en Niza. Por cierto, la palabra astronáutica fue acuñada durante una cena con Esnault Peltiere a la que asistía el escritor belga de ciencia ficción, J.H. Rosny  SR. El término fue popularizado posteriormente, por el físico francés. 










.